La economía brasileña se convirtió en el principal destino de las inversiones españolas en América Latina.

Un mercado seguro para invertir

El gigantesco tamaño de Brasil y su desigual concentración poblacional conllevan que las firmas deban adecuar su oferta a las necesidades particulares de cada área. Así, no es de extrañar que exista la línea de teléfono Ruralcel, específica para las áreas rurales más apartadas que no son atendidas por las líneas convencionales. Lo que sí sorprende más es que este servicio lo ofrezca una marca española, Telefónica, líder en las telecomunicaciones del estado más poblado de Brasil, el de São Paulo, con más de cuarenta millones de usuarios potenciales. La compañía desembarcó en el último lustro del siglo XX, cuando el sector de servicios estaba inmerso en proceso de privatización.
En esos cinco años, la economía brasileña se convirtió en el principal destino de las inversiones españolas en América Latina, en actividades punteras como las mencionadas telecomunicaciones, la intermediación financiera y la energía. Hoy, el ritmo inversor es menor, pero las multinacionales de servicios españolas, firmemente asentadas, siguen enfocando su expansión en las adquisiciones. El Banco Santander es buena prueba de ello. Las grandes firmas del sector de la energía apuestan con el mismo énfasis por un país con una gran riqueza de recursos. Repsol-YPF, por ejemplo, considera Brasil como "uno de los más importantes para el futuro desarrollo de la industria petrolera mundial".
España es el cuarto país emisor de Inversión Extranjera Directa acumulada en Brasil desde 2001, sólo por detrás de los Países Bajos, Estados Unidos y las Islas Caimán. Sin embargo, la inversión está actualmente más enfocada a actividades manufactureras, lo que propicia el aumento de las corrientes comerciales entre empresas industriales. De todas ellas, las del sector de la automoción son las corporaciones más potentes y punteras.
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